domingo, 28 de diciembre de 2008

La soledad del transeúnte cuando cae el sol

Es de público conocimiento que el epicentro de la capital, más conocido como el microcentro porteño, está comprendido por un par de manzanas, una decena de semáforos, un millar de autos negros y amarillos, y mucha (pero mucha) gente. Ahora bien, esta excéntrica mezcla comienza a desvanecerse con la desaparición del sol. Cerca de las veintidós horas de vida del día, este paisaje aglutinante parece relajarse, descomprimirse, distenderse. Son pocos los que rozando la medianoche deambulan por el desértico centro porteño, aunque todavía esos autos bicolores transitan con algún que otro pasajero, y los colectivos siguen pasando (más espaciadamente, pero siguen pasando), pero siempre alguien queda. Esa historia que queda, pertenece a ese lugar, empezó allí y allí ha de terminar, esos pocos que quedan respirando el ya viciado aire de la noche, son testigos indirectos de la soledad de las calles. Confieso que hay algunos tramos del microcentro que me producen cierta melancolía, no defino bien porqué, pero me despiertan sensaciones raras, por momentos de leve tristeza, y por otros momentos de añoranza. ¿Será que el centro porteño simboliza el centro del ser humano en sí?, es como si fuera su esqueleto, o más importante aún, su corazón. Obviamente que la gente que vive en el campo, no experimenta nada de esto, sino todo lo contrario, expresa cierto aire de ahogo, de agobio, de extrañeza, todos sentimientos que yo no sentí nunca por el lugar (tal vez me pasaría eso si me fuese a vivir al campo, aunque suene raro, sintiendo lo que siento por la capital, me sentiría extraña en otro lugar distinto). ¿Puede ser que tantas vacaciones veraneando en la costa atlántica me hayan despertado este cariño por el tumulto?, no lo sé, porque no sólo me gusta el microcentro con luz solar, sino que también aquel iluminado por luz artificial, aquel que ve morir el día, y ve nacer la noche, aquel que al igual que quienes lo recorren, por momentos siente soledad, la misma que me provoca a mi el oír el primer verso del tango “A media Luz”.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Los fin de año nos ponen melancólicos…

Para no abandonar este hermoso ejercicio de escribir en un blog, he decidido continuarlo un tiempito más. Aprovechando que estamos en épocas festivas, épocas en las que los bizcochitos Don Satur son reemplazados por más y más pan dulce a la hora del mate, épocas en las que hay que hacer largas filas hasta para ir a la mercería a comprar un botón para esa camisa que quedó a medio coser, debido a la locura que se le despierta a la gente, ese deseo imparable de colmar todos los negocios habidos y por haber en búsqueda de mejores precios para los regalitos de navidad, estamos en esa adorable para unos, insoportable para otros, época navideña. Poniendo en la balanza lo bueno y lo malo de estos días… lo bueno es que se prepara mucha ensalada de frutas ( y eso es bueno por el calor, y para no deshidratarse); lo malo es que hacen demasiada ensalada para cuatro gatos locos, y va sobrando y sobrando, y los últimos días ya hasta se pone fea, pero bueno no estamos en época de tirar nada. Lo bueno es que la familia trata de estar unida, de pasar un buen rato, lo malo es que de tan unidos y dado a que no hay remises ese día, la familia debe dormir toda en la misma casa si viven lejos, por ende unos duermen en camas, otros en el piso, unos roncan, otros se levantan 6 veces mínimo al baño, los más viejitos a las seis de la mañana ya están levantados tomando mate con los restos de pan dulce de la noche anterior, y uno (vago como siempre) hasta las doce del mediodía que está la comida del 25 no se levanta. Tenemos un receso, un par de días en los que hacemos espacio en el estómago para darle lugar a la comida de fin de año. El fin de año es algo más liberal, ya no se pasa sí o sí con la familia, un puede optar por irse con amigos, o buscarse familias sustitutas, el caso es el mismo. Uno entona desde temprano ya con la sidra, como está con los amigos se hace “el goma”, el que se las sabe todas y empieza a mezclar bebidas, claro así llega a las 23:45 con una mamúa tremenda, poniendo en duda si aguantará hasta las doce para el brindis, y finalmente, no se sabe como pero uno llega. Se produce el brindis, todos se saludan y se abrazan con todos, (el resto del año se llevan a las patadas obvio, pero ese día, no se sabe bien por qué hay un cariño especial, debe ser la época), algunos se van afuera a ver los fuegos artificiales, otros se preparan para rajar en búsqueda de otros amigos y otros festejos. Los dueños de casa, como siempre, no se van de “rotation” sino que se quedan limpiando un poco la casa, para luego disponerse a dormir de corrido el primero de año, pero esto no ocurre, porque al igual que los viejitos de la navidad que a las seis de la mañana, ya sea por el calor, o simplemente porque duermen poco, ya están levantados tomando mate o café. En fin, no todos pasan sus fiestas de esta manera, algunos la pasan peor… pero lo importante es que por más recelo que uno le tenga a la época festiva que se da a finales de diciembre, no debe olvidar su significado, el cual yo no lo sé, pero bueno, tengo tiempo para averiguarlo todavía. A tomar las fiestas con calma, y no como una reflexión de fin de año, sino como un consejo.
¡A cuidarse de las garrapiñadas adulteradas que venden en el tren!

Felicidades.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Nada más queda...




Fue un placer compartir esta cursada.

Reflexión de final de cursada

“Los géneros literarios dependen, quizás, menos de los textos que del modo en que éstos son leídos. El hecho estético requiere la conjunción del lector y del texto y sólo entonces existe”. (Jorge Luis Borges)

Esta frase, resume para mí toda la cursada. En cuanto a la propia experiencia, todo lo visto en clase llegó a mí de diferentes maneras, o por diferentes aspectos. Si bien, me interesaron más algunos géneros que otros, ninguno me desagradó ni me llevó a pensar que era en vano que estuviese en la cursada. Todos estuvieron allí por algo. Algo así como…una suerte de destino, y si verdaderamente esto fue así, y todo lo leído (pensado globalmente, en conjunto) estaba destinado a que yo lo lea, ¡bienvenido sea ese destino tan enriquecedor! No sólo me queda la experiencia de haber leído uno o varios textos, sino que me queda la experiencia de haberlos sentido, y ¿qué mejor que sentir un texto?, donde no busqué comprenderlos del todo, ni buscarle explicaciones para mi comprensión, simplemente los sentí. Obviamente que unos se sienten más que otros, pero todos son de por sí, ahora, parte de mí. Esta apropiación de textos por mi parte, la tomo como un “préstamo” de por vida, ya que todos ellos dejaron algo en mi persona, me brindaron al menos una palabra que desconocía y que por el mero hecho de seguirle el ritmo al texto, averiguaba su significado, una metáfora que me hacía tener una visión diferentes del mundo, una simple y pequeña historia que arrastraba consigo otra compleja y gran historia. Todo lo visto, sirve de base, de una sólida base de conocimiento, comprensión y aprendizaje. ¡Qué más se puede pedir!
Fue un agrado compartir esta cursada, más allá de los contenidos internos de la materia, también estaban los contenidos externos tales como los compañeros de clase, que día a día demostraron que subían un escalón más hacía el camino de la escritura, algunos hasta me han sorprendido en sus formas de escritura, otros me han deleitado con lo mismo, otros simplemente oyeron y aprendieron, no creo que ninguno haya quedado a mitad de camino, creo que todos avanzamos, unos más otros menos, pero no nos quedamos estáticos, nos movimos, nos movemos.

Ensayo (parte I)

Sujeto Tácito: el que escribe y no está

Los vencedores cuentan la historia,
los vencidos la escriben.
(Ricardo Piglia)

¿Es posible analizar la obra literaria de Walsh, independientemente de su militancia política? Eduardo Jozami creerá que estas dos variables son inseparables, la palabra y la acción aparecerán como conjunto, tal como lo manifiesta en el título de su obra. Esta no es sólo una idea antojadiza de Jozami, sino que también es una pregunta que el mismísimo Walsh se hacía para pensar su propia literatura. ¿Qué le corresponde escribir a un militante y qué no?
El sello distintivo de la literatura de Walsh es la realidad que se manifiesta en sus escritos, al punto tal de casi anular la ficción. Paradójicamente, también es la literatura la que termina politizando a Walsh, dado que empieza a adquirir cierta conciencia a la par de que comienza a escribir Operación Masacre (1957) casi por casualidad (o por extraña causalidad) cuando un hombre pronuncia una frase que capta su atención: “hay un fusilado que vive ”. Me pregunto que hubiera pasado si no hubiera escuchado estas palabras, ¿su vida como escritor hubiese sido la misma? Esto me recuerda a una frase de El conde de Lautrèamont que decía que “los más grandes efectos, lo producen a menudo, las más pequeñas causas²”. Operación Masacre anticipa nueve años lo que en Estados Unidos se dio a conocer como non-fiction o nuevo periodismo, de la mano de Truman Capote con su libro A sangre fría (1966).
Sin embargo, existen diferencias en las intencionalidades de cada autor. Mientras que Capote buscaba realizar una exploración estética y una renovación literaria basada en comenzar a pensar al periodismo como arte (tal como lo expresa en el prefacio de Música para camaleones), la idea de Walsh trascendía la búsqueda estética y tenía un carácter denunciante, exigiendo a su vez un contrato con el lector para que éste no mire lo superficial, y pueda alcanzar una visión de realidad: “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad³”. En esta cita, Walsh propone
explícitamente una lectura política de lo que se está diciendo. Otra diferencia entre ambos autores consiste en que mientras uno golpeaba las puertas de las editoriales (espacio por excelencia de distribución literaria), el otro publicaba sus escritos, primariamente, en espacios tales como el semanario de la CGT (¿Quién mató a Rosendo?), o el diario Revolución Nacional (donde aparecieron los primeros reportajes correspondientes a su obra Operación Masacre).
Existe un cierto debate acerca del género no-ficción, poniendo en discusión si este es o no un nuevo género. Los que no lo consideran como tal dirán como argumento que sólo se trata de una reaparición del momento realista, una suerte de realismo tardío. Pero, ¿qué es lo que pasa (para decirlo en palabras de Norman Mailer) cuándo la realidad ya no es realista? Hay en éste género un juego dual, en el que no se puede decir que se está ficcionalizando cuando lo narrado ocurrió realmente, pero tampoco se puede decir que se habla de la realidad (como algo inmutable) cuando el lenguaje (por definición y por esencia) no es transparente, sino que es siempre una re-presentación de lo real, re-significación de lo real y transformación de lo real.
A pesar de este estrecho vínculo con la realidad, Walsh no renunciaría a la experimentación literaria, tal como lo muestra en cuentos como “Fotos” y “Nota al pie”, exhibiendo que su literatura trascendía en profundidad la discusión de qué es lo que debe escribir un militante.

Ensayo (parte II)

En “Fotos”, en ningún momento aparece una linealidad (con linealidad me refiero a los sucesos narrados sincrónicamente uno tras otro) en el relato, ni temporal, ni espacial. Se vale de distintos recursos como anotaciones, cartas y diálogos. Al lector no le aparece toda la historia ya construida, sino que es quien lee el encargado de ir armando la historia (como un rompecabezas). De esta manera se presenta una decisión estética que vuelve a involucrar a un lector activo. Esta forma de narrar fragmentaria tampoco está alejada de la realidad, una realidad en la cual muchas veces somos nosotros los que la vamos construyendo y entendiendo, superando los obstáculos que ésta nos presenta. En lo que refiere al contenido del texto, Walsh instala a través de sus personajes un debate ya histórico en el seno del arte ¿Qué es lo que ocurre cuando la fotografía entra en acción en el campo artístico? Aquí, el personaje principal (Mauricio) se quiere forjar como artista, mediante la fotografía y concibe dentro de ella un fenómeno aurático, la captación de algo que trasciende la propia realidad, y que puede aparecer solamente allí, en lo fotografiado. No obstante, aparecen otras voces en el relato que ponen en discusión esta concepción (por ejemplo, para el personaje de Ordóñez “un fotógrafo es un peluquero, un boticario, a ver si al peluquero o a mi se nos da por hacernos los artistas” ) También aparece, en este caso, casi de manera unívoca la visión de la fotografía como documento histórico, cuando se incendia el espacio donde las fotos estaban guardadas, todos advirtieron la gran perdida para el pueblo. Aparece de trasfondo en esta historia, una dicotomía histórica dentro de la Argentina: el campo como opuesto de la ciudad.
En “Nota al pie” también realiza una experimentación formal-estética, la nota al pie utilizada como simple aclaración marginal, en este relato se convierte en la parte central de la historia, en un recurso que va cobrando vida. Se puede realizar una analogía entre lo que sucede en la realidad (social) y lo que sucede en el relato: frente a las diferentes voces que aparecen acalladas y marginadas en una sociedad, Walsh propone romper con lo establecido, y que esas voces cobren relevancia.
Walsh pensará su propia escritura como un oficio, “el violento oficio de escribir”, y como un “avance laborioso a través de la propia estupidez”, un trabajo metódico que él mismo ejemplifica cuando explica cómo escribió una nota publicada para el periódico Siete Días: "Para la nota sobre luz eléctrica invertí 60 páginas de apuntes y transcripciones, unas 30 páginas de borradores y 20 páginas de original, es decir un total de 110 carillas dactilografiadas. Realicé unas 6 horas de grabación. Invertí un total de 87 horas de trabajo, repartidas en 13 días, o sea casi 7 horas diarias” . La escritura, aparece entonces como un trabajo en contraposición a una idea de artista-escritor que escribe inspirado por las musas o por una iluminación divina. Se opone rotundamente a ideales como el de Rilke, quién proponía que no podría escribir aquel que no tuviera una necesidad espiritual (en oposición a la materialidad) “Sólo hay un recurso: vuelva sobre si mismo. Indague cuál es la causa que lo mueve a escribir; examine si ella expande sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiésese a usted mismo si moriría, en el supuesto caso que le fuera vedado escribir. Ante todo, pregúntese en la más silente hora de la noche: ¿debo escribir? Hurgue dentro de sí en procura de una profunda respuesta y, si esta es afirmativa, si puede afrontar tan serio interrogante con un fuerte y simple DEBO, entonces construya su vida según esta necesidad".
Esta idea de pensar a la escritura en relación al trabajo y el oficio es una idea propia de los modernismos artísticos. Baudelaire ya a la hora de escribir “Las flores del mal”, empezó a entender la escritura como una labor pedregosa, donde el poeta ya no escribía por impulso como en el romanticismo, sino que lo hacía en una relación tensa con su material de trabajo, con infinitas correcciones y reescrituras. También en el caso de Baudelaire aparece un fuerte rechazo a la figura del burgués. Concepciones como éstas, abren un espacio para la aparición de nuevos escritores que ya no tienen que esperar a que la inspiración divina surja, sino que deben tomar su pluma y comenzar a escribir en un ejercicio de prueba-error. Ese ejercicio que ejemplifica Walsh, no será un ejercicio de escribir por escribir, del arte por el arte en una esfera autónoma que le da la espalda a la sociedad. Pienso en aquello que escribió Oscar Wilde alguna vez: “Podemos perdonar a un hombre por hacer algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer algo inútil es que uno lo admire intensamente” pero ¿por qué no se podría admirar algo útil? Más aún cuando esa utilidad tiene que ver con pensar en el otro, ofrecerle otra mirada, mostrarle la otra cara de la moneda.
En Walsh, el arte y el oficio de escribir recuperan en cierto sentido una fisonomía humana que se había perdido con un arte deshumanizado que tendía cada vez más a la abstracción y a las formas geométricas. Aparece entonces el hombre recuperado, forjando su propio destino y su propia identidad, enfrentándose con un mundo convertido en una gran herida y buscando cicatrizarla, a través de cada palabra.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Tema: el epígrafe

Antes de comenzar a redactar mi ensayo, opto por encontrar un epígrafe acorde con él. Es increíble como ha adquirido identidad propia mi ensayo, que ya cuando uso un pronombre uso ÉL.
La cuestión del epígrafe, me ha llevado a sumergirme más en la lectura (más de lo que ya venía sumergiéndome, y eso que ya era mucho) y en tratar de encontrar en unas simples palabras, algo que resuma mi ensayo, ya sea lo que tendrá como contenido o lo que sea. Pienso que debo colocar dicho epígrafe una vez que haya finalizado con el ensayo, porque tal vez de otro modo, me condicione con lo que vaya a escribir, pero (y pese a eso) hay algo que me dice que debo colocarlo antes, no importa de donde lo saque, pero debe ser lo primero que mi mano debe trazar en la hoja del ensayo.
Leo y leo. Sólo necesito unas pocas palabras, cinco tal vez seis, tal vez cuatro. Sólo sé que las necesito. Debo contar con ellas como fieles amigas y aliadas. ¡Qué locura! ¡Estoy hablando de encontrar palabras amigas!, creo que como dice Flusser, el ensayo se está convirtiendo de a poco en algo que se torna central en mi vida, y no como algo cotidiano, sino como algo actual y necesario.
Los vencedores cuentan la historia, y los vencidos la escriben, es un fragmento de Ricardo Piglia publicado en un artículo titulado “Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)”. Creo que eso resume a Walsh, sujeto elegido por mí para el ensayo. Siento un poco de alivio ya con estas palabras dentro del “paquete” (o mac combo) del ensayo. Siento que es un paso más hacia delante. Si sigo a éste ritmo, calculo ir bien con los tiempos para la realización del trabajo.

Ensayo

Título:
Sujeto Tácito: el que escribe y no está

Epígrafe:
Los vencedores cuentan la historia, los vencidos la escriben. (Ricarlo Piglia).

Imagen metafórica:
El mundo como una gran herida que Walsh buscaba cicatrizar con cada palabra.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Viernes 14 de noviembre de 2008

A partir de un ejercicio hecho en clase, trabajar dialogando con las citas que seleccionamos para usar en el ensayo, y con el texto de Flusser.

Citas elegidas:

(1) “Podemos perdonar a un hombre por hacer algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer algo inútil es que uno lo admire intensamente.”
(Prefacio del artista de Oscar Wilde, publicado en EL RETRATO DE DORIAN GREY)

(2)”Sólo hay un recurso: vuelva sobre si mismo. Indague cuál es la causa que lo mueve a escribir; examine si ella expande sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiésese a usted mismo si moriría, en el supuesto caso que le fuera vedado escribir. Ante todo, pregúntese en la más silente hora de la noche: ¿debo escribir?. Hurgue dentro de sí en procura de una profunda respuesta y, si esta es afirmativa, si puede afrontar tan serio interrogante con un fuerte y simple DEBO, entonces construya su vida según esta necesidad.”
(Rainer, María Rilke en CARTAS A UN JOVEN POETA)

(3)“Los más grandes efectos, lo producen a menudo, las más pequeñas causas.”
(El conde de Lautrèamont en LOS CANTOS DE MALDOLOR)

Pensando en Rodolfo Walsh para mi ensayo, creo que la cita (2) es exacta en su contenido. Walsh, en todo su camino como escritor, recorre todo lo que Rilke menciona. Pienso en su compromiso (no con los lectores) sino consigo mismo, con ese poder de querer hacer que las cosas se sepan. Él lograba sacar las pruebas a la luz, y me viene a la mente ahora una frase que aparece e Operación Masacre, en donde Walsh advierte que quién quiera tomar ese texto como una ficción, bienvenido sea, pero que su propósito más profundo es denunciar un caso determinado. Walsh aquí toma sea postura que menciona Rilke acerca del DEBER HACER, el deber denunciar, el no tolerar que algo quede impune. No veo a Walsh como un héroe, pero si como un hombre muy valiente, que enfrentó una lucha en donde la palabra fue su única arma, su defensa, su alivio.
En cuanto a la cita (3), pensándolo bien, podría corresponder al epígrafe de mi ensayo, pero eso lo veré más adelante. Esta cita me recuerda a otra parte de Operación Masacre, en donde Walsh comienza a investigar la matanza de José León Suárez porque oyó algo (casi por casualidad) en un bar, un comentario que fue el puntapié inicial para el desarrollo de su trabajo de investigación (creo recordar que se cambia el nombre, y luego se muda o algo así).
La cita (1) la elegí más que nada por la primera parte, la cual me parece muy exacta para el trabajo del ensayo, como una visión que alguien puede tener acerca de Walsh como escritor comprometido.

Flusser dice que lo característico del ensayo es no resolver su tema, no explicarlo, transformarlo en un enigma. Espero lograr eso con el mío, que cuando sea leído no suene a que es un homenaje a Walsh, no que intento explicar las causas por las cuales el escribe ni mucho menos, espero verdaderamente que el ensayo se torne enigmático.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Bloque IV: ENSAYO

Luego de un ejercicio bastante relajante que propuso Celia durante la última clase, aparecieron los primeros indicios del futuro ensayo.
Ensayaré sobre la escritura de Rodolfo Walsh, sustentándome en diferentes ejes (sujetos a cambio):
-Rodolfo Walsh y la no ficción.
-La escritura para él como oficio, como un avance laborioso. (se podría establecer aquí una comparación con lo leído en clase de Capote)
-Contraposición con la postura de R.Maria Rilke, en tanto a la escritura como inspiración pura, como una necesidad espiritual, algo contrario a lo que postula Walsh.
-Escritura y compromiso político.Escritura e identidad. Walsh forjando su posición de escritor comprometido.
-Walsh: estilística literaria.
-Pensar al cuerpo de la escritura como una escritura capaz de denunciar (que es lo que hace Walsh tanto en "Operación Masacre" como en ¿Quién mató a Rosendo?)

Puedo hallar fundamento bibliográfico en el prólogo de "Operación Masacre" y el de ¿Quién mató a Rosendo?, en donde Walsh no solo es el narrador de los hechos, sino que también obra como denunciante de los mismos. "El violento oficio de escribir" puede también aportarme herramientas útiles para el ensayo.
Otros libros a trabajar serían: "Cartas a un joven poeta" (Rilke), la entrevista que Ricardo Piglia le hace a Walsh, "Rodolfo Walsh:La palabra y la acción" de Eduardo Jozami.

El arte de narrar (reflexión del género narrativo)

El título de esta reflexión pertenece a un capítulo leído en clase de Walter Benjamin, y es para mi, la frase que sintetiza todo el proceso de narración que puede llevar adelante cualquier persona, pero un proceso visto desde el punto de vista artístico, desde esa arista (o faceta) de arte que cada individuo (a veces sin saberlo) posee. Si bien no es una tarea nada sencilla tomar asiento, y volcar en el papel alguna idea que sea puntapié inicial como para desarrollar una narración, lo cierto es que una vez que esto ocurre, los destinos de nuestras propias narraciones dejan de ser inciertos, para convertirse en historias sólidas, historias que cargan consigo el peso de haber existido en la realidad misma, o simplemente en la imaginación de algún narrador. El camino de la narración puede ser visto, en un primer momento, como un camino que no posee un final, que no se corta, que atraviesa dificultades por doquier pero que siempre continua, decir que una narración terminó equivale a decir que el narrador terminó de contarla, y eso no puede suceder, el narrador siempre continúa de un modo u otro sus historias, aunque no las refleje en un papel, en su cabeza quedan flotando otros tantos destinos inciertos que podían haber cerrado la narración, pero siempre quedará latente otro posible final, otra posible interpretación, y esto es lo que hace que la narración no posea un final concreto, que siempre deje la puerta abierta de lo que pudo haber sido y no fue, que establezca un juego de ida y vuelta con el lector, que me permita contar como quiero que sea una historia, y también como no quiero que lo sea. Creo que es un maravilloso proceso el poder narrar, el poder elegir, el poder crear.
Dentro del mundo narrativo, Yeannoteguy y Alvarado nos ofrecen un vistazo histórico acerca de aquellos cuentos que han marcado la infancia de muchas generaciones en diversos lugares del mundo y que tienen como una historia dos, recordando un poco a Piglia, un fiel reflejo de las sociedades de esas épocas. Las narraciones, tanto escritas como orales, pueden desprenderse de ideas que provienen de la propia experiencia del narrador, aclarando aquí que el narrador de textos escritos no es el autor de la obra, sino que es una voz que narra dicha obra. En cambio, la narración oral no posee autores identificados, siempre se narran en tercera persona.
¡Qué importante es contar con la herramienta de la descripción en el cajón del escritorio! Ese utensilio que me permite describir rasgos, aspectos, fragmentos de algo determinado en un retazo de tiempo dado. ¿Qué mejor que la descripción para narrar la primera vez que uno vio el mar? O ¿el primer día de escuela? O simplemente el momento en que uno se enamora. Obviamente que todas estas descripciones implican un trabajo mental con los recuerdos, para lograr que emerjan lo más sólidos posibles y me permitan reconstruir esa escena, básicamente describirla.
Benjamín nos define a la narración como una “forma artesanal de la comunicación”, y es este modo artesanal el que reconstruye (desde la experiencia) un suceso y decide compartirlo, describirlo, o articularlo de modo tal que le llegue a alguien.
Raymond Carver escribió algo que aún me deja pensando, y que dice: (...)“a riesgo de parecer tonto, un escritor necesita a veces tan sólo presenciar con la boca abierta esta cosa o la otra –un atardecer o un zapato viejo- en puro y absoluto asombro(...)”. Me parece esto una síntesis acerca de lo que implica el oficio del narrador, la cual ante todo invita a la reflexión de quién narra primero, y quién recepta en segundo lugar. Pienso que si un narrador logra presenciar cualquier acontecimiento que se le presente ante sus ojos y luego trasladarlo (mediante la narración) a otra persona ( o a algunas otras personas) de un modo similar, fragmentado, o hasta con los condimentos propios de la ficción, ese narrador ha cumplido con su objetivo. Ha contado una historia, ha invitado a su lector a sumergirse en ella. “El arte de narrar es un arte de la duplicación; es el arte de presentir lo inesperado”(Ricardo Piglia).

viernes, 7 de noviembre de 2008

Fotos (de Rodolfo Walsh)

Se pueden pensar en este cuento, al modo de Piglia, dos historias dentro de un mismo cuento. Por un lado, tenemos la historia uno en donde Mauricio es mostrado (por el narrador) como una persona querida por sus amigos, que encuentra en la fotografía algo que realmente siente y disfruta, pero por detrás de todo esto, tenemos a la historia dos, en la cual toda esa locura que parecía estar emparentada con la simpatía de Mauricio, se convierte en una locura ante la mirada de los otros, peligrosa. También comenzamos a entender que Mauricio es un personaje atravesado por el sufrimiento, lo que no cambia es su amor por la fotografía, amor el cual lo lleva hasta el extremo de fotografiar su propio suicidio.
Walsh utiliza distintos recursos a lo largo del cuento, la historia es narrada por distintos personajes, en distintos apartados que aparecen de manera fragmentaria. En ningún momento aparece una linealidad en el relato, ni temporal, ni espacial. Incluso, hasta aparecen partes de cartas. Al lector no le aparece toda la historia ya construída, sino que es éste mismo el encargado de ir armando la historia (como un rompecabezas).

Cuento de Leandro Viggiani (devolución)

El cuento de Leandro parece tener todos aquellos ingredientes que constituyen un buen cuento, con matices románticos, y también tiene ese toque de descripción que hace que quien lee se vaya imaginando a su protagonista como tal, rubia, de vestido y con mocasines, corriendo por el campo. Me gustó mucho releerlo, y me hubiera gustado (y esto a modo de sugerencia) que Leandro alargase un poco más el cuento (no mucho) y que nos contara lo que imaginaba el narrador que pasaba por la cabeza de ella, imaginando posibles encuentros con su amada, posibles finales (por más que no hayan ocurrido realmente, posibles desencuentros ¿por qué no?. Me parece una historia muy bien contada, muy bien articulada, muy bien descripta, sólo me hubiese gustado saber un poco más de lo que el narrador supone que piensa la protagonista.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Condenados a hablar

Martes 28 de octubre, Universidad Nacional de Quilmes, 20 hs., salón auditorio. Se llevan a cabo dos días de jornadas acerca de los procesos comunicacionales y las prácticas culturales. Me toca presenciar el primer día de charla en donde el eje central es la comunicación radiofónica comunitaria. La presencia de Oscar Bosetti (docente de la carrera de Comunicación Social de Quilmes, entre otras instituciones) resulta estelar en la reunión que nos convoca. Él es el encargado de dar el inicio, planteándonos si es pertinente o no decir que la función de la radio comunitaria es básicamente darle la voz a aquellos que no la tienen, él dice: “…no es que no tienen voz, es que sus voces, desde hace cinco siglos han sido acalladas... (y prosigue) cuando uno hace radio no tiene otro camino más que hablar, la materia prima que utilizamos para ello es la palabra”. La comunicación radiofónica comunitaria, como movimiento, se ha hecho cargo de la palabra social. Este fabulosa herramienta llamada radio, vio la luz en el año 1927, y desde entonces se ha planteado cuál es verdaderamente la meta que tiene que pensar la radio como tal, hacia donde nos orienta esto. Bosetti concluye su exposición respondiendo a este interrogante: “que el oyente no sea oyente, sino protagonista”.
En la segunda parte de la charla, interviene Francisco Godinez Galay (director del centro de producciones radiofónicas), él propone ahora el tema de la producción de contenidos que deben afrontar las radios comunitarias, (al igual que otras que no lo son, pero a las que tal vez les cueste un poco menos conseguirlo). Las radios comunitarias son aquellas que se sitúan más cerca de la población; aquellas no comerciales, sin fines de lucro, y por ello deben portar el carácter de radio “legal”, deben tener una ley que las ampare. El último en exponer es Diego Dominguez (actual miembro de una radio comunitaria), quién afirma: “todos tenemos voz, pero por ahí no tenemos un micrófono o antena disponibles, pero se pueden conseguir. Desde la experiencia, Diego refiere a los acontecimientos que tuvieron lugar el 19 y 20 de diciembre de 2001 en nuestro país, los cuales (de algún modo) obraron de disparador para (entre otras cosas) impulsar la radio "La Colectiva", radio que él conforma y la cual, en la actualidad, es transmitida por internet mediante la Red Nacional de Medios Alternativos (conformada en 2004). Cierra su exposición con una breve reflexión personal: “cuando uno conoce la radio, termina enamorándose, y adentrándose así en su formato”.
La charla deja muchas cuestiones planteadas, las cuales llaman tanto a la reflexión como a la preocupación. Se halla presente la necesidad de obtener ese ansiado título de “legalidad” (que sólo puede provenir por parte del estado), que le corresponde a este medio comunitario. Como prestador de servicios en la sociedad civil ( y que también hace su aporte en los ámbitos culturales y educativos de la misma), la radio debe contar con dicho rótulo, entre otras cosas, por el simple hecho de que cuenta con casi todas las características necesarias para ser considerada un medio (o al menos trabajan a diario para conseguirlo). Como decía, el estado es quién debe garantizar esta cuestión, promover la expansión de éste (y otros) medios de comunicación.
Luz, micrófono y voz para todos aquellos que desean participar de un medio de expresión y difusión como lo es la radio comunitaria.



Para mayor información, dejo algunos links que pueden ser útiles:
www.lacolectiva.com.ar (Radio La Colectiva)
www.rnma.org.ar (Red Nacional de Medios Alternativos)

El Solitario (dos historias, un solo cuento)

Ya ni siquiera se cuantos días han pasado, cuántos años, estaciones, la soledad es como un cautiverio, qué digo, es todavía peor, el cautivo no está solo, está con otros cautivos, ojala pudiera hacer lo que hacen en las prisiones, descontando los días en los que terminará esta soledad, pero no, es imposible.
Mi destino es absurdo, cuando el frío llega junto a las estalactitas, mis ropas comienzan a caer, quedo absolutamente desnudo, cuando el calor asoma junto al fuego, el abrigo vuelve a aparecer, como si fueran mil frazadas que me envuelven.
He tenido compañías pasajeras, es cierto, pero dígame usted, cuan acompañado se sentiría con una colonia de hormigas rojas trepando su brazo, con una oruga colgando en sus orejas que una vez convertida en mariposa vuela para vaya a saber uno donde, con una ardilla mordiendo sus talones.
A veces sueño… despierto, porque me cuesta tanto dormir, sueño con un rostro que me pueda mirar fijamente a los ojos, que no se vaya corriendo, que no se escape de mí.
De vez en cuando siento que los autos que pasan por la carretera se ven atraídos por mí, como si quisieran embestirme a toda velocidad, pero alguna razón extraña los mantiene sobre el carril, sobre esa interminable línea punteada amarilla…. Salvo aquella vez…
Ya atrás, han quedado en el tiempo las tardes en las que el hombre con apellido de Dragón, despreocupado, componía dulces y melancólicas melodías, me enseñó que la luna tiene algo de rosa, supe que el tampoco podía dormir, ya no le interesa visitarme, tampoco se si vive. Él decía que la soledad era el precio que tenía que pagar por la verdad, que la sabiduría era imposible en sociedad, pero cuanto haría yo por desprenderme de toda esta verdad que tengo. ¿De Qué me sirve una verdad, si no tengo con quién compartirla?.
Atrás han quedado los jóvenes felices que venían a dejar sus nombres en mi cuerpo. Las personas protegiéndose de la lluvia y de los rayos, los niños subidos a mi hombro, con las rodillas un poco raspadas, pero definitivamente felices.
Me pregunto si yo no seré el culpable de todo esto, si hay algo en mí que hace que los demás se alejen, me pregunto si todo será por aquel incidente.
Se me hace insoportable ver la carretera, pensar que tantos pasan tan de cerca, y nadie se asoma ni siquiera a mirarme, a ofrecerme un poco de agua a cambio de un poco de sombra. Antes lo hacían más a menudo, dejaban el auto ahí, desplegaban manteles floridos realmente horripilantes, y tomaban mate, o comían un sándwich, y hablaban de cuanto faltaba para llegar a Mar del Plata, cuanto para Necochea, de que iban a hacer varias paradas más.
Ustedes si me vieran, ya sin raíces, cómo puedo seguir viviendo, ni yo lo se, me he quitado todas las raíces, pensando en otro mundo, más oscuro quizá, pero menos solitario, pero nada ocurrió.
Lo único que desearía es volver el tiempo atrás, no se exactamente a que momento, porque no se cuando todo empezó a andar mal, o quizá el tiempo adelante, nosotros los solitarios, no sabemos si en realidad el tiempo no corre hacia atrás.
Pero… el ultimo en mirarme, no puede ser, aquél auto… el conductor nocturno que me vio… me niego a pensarlo, pero ya es innegable, aquél conductor que se estrelló con su auto contra mi cuerpo… ya nada queda de él, ha sido el último, el ha muerto, y todo aquél que me vea correrá el mismo destino, ahora entiendo, ya nadie se atreve a acercarse a mí, no saben que nada de esto es mi culpa, si tan solo supieran lo que es ser un árbol maldito… si tan solo estuvieran dispuestos a morir.

sábado, 25 de octubre de 2008

Nota al pie (Rodolfo Walsh)

Establece un diálogo (implícito) entre los personajes. Utiliza este apartado al pie de página, como para responder o agregar algo a las frases pertenecientes al relato. Lo interesante es como este apartado, va cobrando vida, al punto tal de pasar a ser más importante que el mismo relato. No ocupa ya un lugar mínimo, marginado y aclaratorio debajo de cada hoja, sino que pasa a convertirse en una de ellas. Pasa a ser la historia contada desde las notas al pie. ¿Cómo lograr que aquellas olvidadas palabras situadas al pie de página cobren tanta consistencia, al punto tal de opacar casi por completo a lo que se refiere al texto en sí? Solo Walsh puede contestar esto.
Mediante la carta del personaje de León, se va construyendo una de las historias, la cual crea un hilo de yuxtaposición con la otra historia que puede leerse. Esta carta que va apareciendo primero a cuenta gotas, luego va cobrando importancia y adquiriendo cuerpo dentro del texto. La postura de Otero frente a este León luchador (el cual se apodera de la palabra del otro) es de un notorio poderío, el cual marca lo que quiere hacer, que fin desea llevar a cabo. Si hay alguien con la autoridad suficiente como para eliminar esas notas al pie, ese es Otero.

Otra tarjeta de escritor (extraviada)...

"Lo importante nunca se cuenta. La historia secreta se constituye con lo no dicho, el sobreentendido, la alusión".
(Ricardo Piglia, en tesis sobre el cuento)

El hombre que ríe ( y por qué no el que llora)

Dos historias claramente marcadas en este cuento de Salinger. El hombre que ríe suena a leyenda, suena a metáfora, suena a alter ego (de algún protagonista, en este caso del jefe). El hombre que ríe puede estar en China, o a la vuelta de la esquina. (¡Qué bueno que así sea!).
Definitivamente tenemos una historia contada desde un punto de vista, el de un niño, situado allá por el año 1928, el cual vive como aventura todo lo que sucede a su alrededor. Tenemos, por otro lado, a todo el grupo de los “comanches”, aficionados al béisbol, quiénes oyen atentamente (y casi a diario) la historia que su entrenador le cuenta en los viajes hasta el campo deportivo. El entrenador (o jefe, como solían llamarle los comanches) está pasando, a su vez, por una situación afectiva que le atañe mucho. Se ha enamorado. Este enamoramiento, el cual se relata a los largo de la historia, tiene ciertos matices, los cuales hacen que en determinado momento, el jefe decida contar el final de su historia “el hombre que ríe”. No sólo quería contar el final de la historia que él mismo había inventado, sino también darle fin a su relación con aquella muchacha. “El hombre que ríe”, puede claramente ser un espejo de su propia realidad (aunque mucho más ficcional, y fantástico), puede querer contar su historia a través de esta leyenda que él relata a los pequeños. Sea cual fuese la cuestión, y si tomamos verdaderamente el caso de que este hombre que ríe no es más que el alter ego del propio entrenador, dadas las circunstancias de su rompimiento amoroso, este hombre no debería ya reír tanto, sino que podría caer en llanto, o al menos sumergirse en una gran pena, algo que demuestre que su amor por la muchacha le había llegado al corazón y que no quería perderla.
Toda la historia la tenemos desde un único ángulo (el del niño relator), y es el quién nos permite adentrarnos en la historia dos, aquella que me dota de sentido toda la historia.

Un día perfecto para el pez banana

Cuenta la historia de un una pareja que decide irse de viaje. La escena primera describe como la mujer de la historia habla por teléfono con su madre, la cual (muy preocupada), le pregunta constantemente por el estado actual de su marido. Éste último, había vuelto de la guerra y traía consigo violentas actitudes que a la madre de la mujer asustaban mucho, no así a la mujer misma. Los desequilibrios que posee el hombre no parecen notorios cuando se halla en la playa con una niña a la cual le cuenta la historia de los peces banana, “los peces bananas tienen debilidad por las bananas. No es una forma de decir. Las bananas hacen salir a flote toda la debilidad de los peces banana” relata el hombre, y aquí puede (o no) leerse una metáfora el cuanto al hecho de que esa debilidad de la que habla el protagonista desemboque en otra cosa, en otra cuestión, la cual redunda en que dicha debilidad deja entrever otras cosas u otras debilidades.
En el artículo de Sandra Russo (publicado en Página 12), ella refiere al hecho de que el protagonista pudo soportar ir a la guerra (de formar parte de ella) pero no soporta hacer de cuenta que no estuvo allí, y creo que esto es lo que se ve demostrado en el desenlace del cuento. El protagonista acaba repentinamente con su vida.
Russo, además hace una analogía con este cuento de Salinger y los sucesos ocurridos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, como para darle una mayor vigencia al cuento y define que “el mundo entero-para los norteamericanos- es un pozo lleno de bananas.”
Las dos historias de este cuento se identifican fácilmente, por un lado tenemos el viaje de esta pareja, y por otro, los acontecimientos relacionados con la guerra que involucran a uno de éstos personajes.

viernes, 24 de octubre de 2008

Cuento hecho en clase

Consigna: a partir de 4 papelitos que contienen a) un nombre, b)una fecha, c)un lugar y d)el fragmento de una canción, elegidos azarosamente, escribir un cuento.

a)Ricardo Enrique Bochini
b)1832
c)Parque Lezama
d)"...baila como un terremoto, su cintura me hace temblar,tiene un filin que me vuelve loco,yo no me puedo controlar. No la dejes ir, no la dejes ir ¿por qué?, te lo digo yo
¿quién es? Violeta, y se lleva mi corazón..."

Era una tarde en que el sol estaba que pelaba, ardía, eso parecía no importarle a Ricardo Enrique Bochini, que se encontraba en Parque Lezama jugando al fútbol como en sus épocas gloriosas, pero esta vez junto con su pequeño sobrino al que solían llamarle el colorado.
El colorado empezó a notar que algo andaba mal, su tío estaba como fuera de sí, le había empezado a gritar a una bandada de palomas que sobrevolaba un árbol ombú, y ya casi no le prestaba atención al partido, después cantaba una canción: "...baila como un terremoto, su cintura me hace temblar, tiene un filin que me vuelve loco, yo no me puedo controlar. No la dejes ir, no la dejes ir ¿por qué?, te lo digo yo
¿quién es? Violeta, y se lleva mi corazón...", y lo peor era ese pasito que hacía que mejor no recordarlo.
En las semanas siguientes ya Bochini dejó definitivamente de jugar a la pelota con su sobrino, nos contaba un vecino de Avelleneda que en aquellos tiempos, estaba encerrado en el garage de su casa, que solamente hablaba con su esposa para que le alcance la comida, y que estaba trabajando en un importante experimento.
Su esposa estaba completamente indignada, la relación con él, ya venía mal, desde que Ricardo no hacía otra cosa que ver la saga completa de “Volver al futuro” y comer pickles, con lo del garage la situación ya no tuvo retorno.
Lo que nadie sabía es que Bochini, desde ese oscuro lugar, desde el garage, estaba trabajando en un gran avance para la humanidad, Bochini estaba trabajando en la máquina del tiempo. A través de un Renault 6 con algunos problemas de chapa y pintura, intentaba emular las hazañas que había conocido en la película con el famoso “Delorean”.
Finalmente, llegó el día en que el gran invento estaba listo, Bochini planeaba viajar al año 1832, nunca nadie supo bien porque eligió ese año en particular.
Una vez allí, deseaba conocer como era Avellaneda en aquel entonces, pero un error de la máquina lo condujo hacía la selvática zona de las amazonas.
Estaba desesperado, debía enfrentarse con animales salvajes, y en esa desesperación mató a un tigre que estaba dispuesto a atacarlo, fueron solamente 15 minutos los que Bochini vivió en las Amazonas, enseguida emprendió su regreso a Avellaneda.
Cuando llegó a su casa, esperaba encontrar todo en su lugar, sin embargo algo había cambiado, su esposa, sus hijos, su sobrino, todos estaban a salvo, pero algo andaba mal, y al mirar la camiseta de Independiente advirtió que ninguna de las estrellas que indicaban los títulos del club estaba allí, Independiente nunca había sido campeón, Independiente había dejado de existir.



Fotografía de Ricardo Bochini

domingo, 19 de octubre de 2008

Leyendo a Carver (a través de Piglia)

Para comenzar a trabajar en este ejercicio de lectura, mediante el cual utilizaré los recursos que presenta Ricardo Piglia para caracterizar al cuento en sí, partiré de la premisa de que las historias que escribe Carver son: historias cortas, cotidianas, y que pueden carecer de algún tipo de tensión a lo largo de su desarrollo.
En su cuento ¿Por qué no bailáis?, el autor comienza su escena primera en tercera persona, pero en todo momento se nota que el hilo del cuento mismo está centrado desde su propio punto de vista. Siguiendo lo que nos ofrece Piglia, para hacer un seguimiento de ésta y de cualquier otra historia, este autos nos explica que en el género narrativo (cuento moderno), cuenta dentro de un mismo relato, dos historias. Una de forma lineal, y la otra fragmentada. La más fácil de identificar es la lineal, mientras que la fragmentada puede permanecer oculta hasta el final del relato. La historia dos, es el tema profundo del cuento, en paralelo, encontramos en la historia de Carver una fiel muestra de ello. Tenemos estas dos historias que nos menciona Piglia, las podemos identificar. Ahora bien, puede resultarnos bastante dificultoso el hecho de identificar cual es cual, siendo un cuento con las características que resaltan a Carver como escritor, que es el hecho de escribir relatos breves. Reconozco al leerlo, dos historias que se cruzan, pero si reconozco esto, en verdad me estoy refiriendo a lo anecdótico del relato, y no a las historias en sí mismas. Vuelvo a leerlo, encuentro esta vez las dos historias, creo que acierto en ello, puesto que las puedo leer en paralelo. Todo el tiempo en el relato, se juega con contrastes, por un lado tenemos un comienzo de relato en donde se nota que alguien se ha quedado solo, observa sus muebles, ha habido una especie de ruptura (podemos llamarlo así), y a esto se le opone el hecho de que lo que sucede luego tiene como protagonistas a una pareja, se muestra entonces la soledad y la compañía por un mismo sendero, que por momentos lleva a la confusión de los personajes. Luego tenemos una tensión en el medio, en donde no se comprenden las intenciones verdaderas de los personajes, donde no actúan de modo “normal”, pero en el fondo interactúan de modo tal que logran comprenderse. El desenlace del cuento es aquello que tal vez cueste más hallarle un sentido, puesto que no se comprende del todo a quién le habla el personaje (si a un grupo de amigos, a un grupo de desconocidos… a todo el mundo), es un diálogo abierto a la interpretación del lector, tal vez para poder buscarle un cierre propio a la historia, aunque también, por otro lado, ya tenga dicho cierre.

Pequeñas tarjetas de escritor

“La literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.”
(Rodolfo Walsh)


“Evidentemente si queremos calificar el modo de escritura o la tentativa que hay en el modo de escritura hacia un uso ampliado de la palabra, es decir, una amplificación de los recursos hacia un lenguaje; si quisiéramos calificarlo de algún modo épico que es lícito usar en el sentido de que las anécdotas y el medio son muy pequeños y entonces vos podés usar un lenguaje grandioso y grandilocuente para historias de chicos que no me lo permitiría quizá si tuviera que escribir una historia épica, entonces tal vez usaría un lenguaje muy reducido.”

(Rodolfo Walsh, en una entrevista concedida a Ricardo Piglia)


"Tú no eres tus personajes, pero tus personajes sí son tú".
(Raymond Carver)


“Cualquier gran escritor, o simplemente buen escritor, elabora un mundo en consonancia con su propia especificidad. Tal cosa es consustancial al estilo propio, aunque no se trate, únicamente, del estilo. Se trata, en suma, de la firma inimitable que pone en todas sus cosas el escritor. Este es su mundo y no otro. Esto es lo que diferencia a un escritor de otro.”
(Raymond Carver)


"Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración de lenguaje: cuando uno tiene esa música la anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica.”
(Ricardo Piglia)

miércoles, 15 de octubre de 2008

Autoevaluación de mediados de cuatrimestre...

Llegamos a la mitad del cuatrimestre, pero en este caso, con la certeza de que esta no será una de esas cosas que quedan a la mitad, quedan aún varios pasos para dar, pero es un momento oportuno paara hacer un pequeño balance.
Al comenzar el cuatrimestre todavía estaba como con un bolso en la mano, a la espera del viaje que me depararía la escritura y hoy me encuentro en pleno viaje,con el camino al que quiero llegar más claro, aunque aún con algunos interrogantes por resolver.
Me di cuenta que la práctica constante es también parte fundamental del proceso de escritura, no todo es mera inspiración.

"La escritura es un avance laborioso a través de la propia estupidez" y "ese violento oficio de escribir" (Rodolfo Walsh). Despues de todo, eso es la escritura: labor, oficio, y en último lugar, eso que llamamos inspiración.

Desde la experiencia personal, el haber elaborado una entrevista, y una crónica que se desprendía de ésta, fue un hecho que llevó mucho trabajo, y me llevó a comprender la importancia del "otro" dentro de la propia escritura. No habría escritura si no hubiese de quién escribir. Esta participación ( a veces voluntaria y a veces no) de esos otros personajes que uno incluye en sus relatos, entrevistas, crónicas, cuentos, es aquello que le da sentido a lo que se escribe (sea cual sea ese formato).
Observé también hasta el momento en la cursada, que tratamos mucho la noción de "tiempo" en todos los textos que leímos, de esta temporalidad en la que los sucesos ocurren, y pasan a transformarse en un hecho que queda plasmado en el relato. El tiempo les marca un sentido u otro, una manera de posicionarse ante lo que ocurre. Quién está presente frente al tiempo, es aquel que lo puede contar, describir, modificar, hasta transformarlo en un ingrediente más del relato.

martes, 14 de octubre de 2008

Cuando las manos atadas equivalen al silencio

Tienen entre 2 y 18 años. Padecen de sordera (imposibilidad de percibir ruidos exteriores) e hipoacusia (disminución de la agudeza auditiva). Pasan jornadas de ocho horas diarias dentro del establecimiento de Educación Especial nº 505 de Quilmes. Allí, un grupo de docentes trabaja junto a ellos para lograr que puedan expresarse, y fundamentalmente que logren comunicarse. Retratos de esta pequeña comunidad aturdida por ruidos que trascienden lo auditivo.

Crónica (I parte)

Después de la vista, el oído es el que proporciona al cerebro la mayoría de la información sobre el mundo exterior. Pensémonos por unos instantes a nosotros mismos sin la capacidad de oír, imaginémonos que por un día nos hallamos (sujetos) o limitados a comunicarnos íntegramente con lengua de señas, cuánto aprenderíamos acerca de esta disciplina, la cual le abre una puerta a la inserción en la sociedad de muchos individuos.

Alan Curtis, licenciado en Ciencias de la Comunicación y músico experimental, se acercó hace ya unos meses a dar una clase especial en el contexto del seminario de crítica cultural contemporánea en la Universidad de Quilmes, para mostrar parte de su trabajo musical y charlar un poco sobre su especialidad en trabajos con personas con discapacidades, durante la charla hizo referencia al hecho de que la “normalidad” de los individuos no es más que un concepto socialmente fabricado, que se ve representado en las diferentes épocas, y que por otra parte, el concepto de “discapacidad” se construía como una oposición al de “normalidad”, y que las diferencias entre personas son las que enriquecen todo proceso social, y por ello, no puede existir en una sociedad una persona más “normal” que otra. Éste es un buen punto de partida para plantearnos que, tanto la sordera como la hipoacusia, son enfermedades, y que quiénes las sufren, pueden sentirse marginados por una sociedad que los considere “diferentes”, y en donde la “normalidad” (desgraciadamente) parece estar más allegada a la discriminación que a una verdadera integración.

Son las 9 de la mañana y, el camino que me condujo hasta la escuela de Educación Especial nº505 para chicos sordos e hipoacúsicos, se vio minado de inquietudes, dudas, y pensamientos que no logré disipar fácilmente. Ya había estado en este lugar, con motivo de realizar una entrevista, ahora la cuestión era otra, y hasta podía tornarse un desafío personal, el hecho era que ya estaba allí, parada frente a esa gran puerta de madera nuevamente, en donde (otra vez) tardarían en atenderme, era una sensación como de deja vú constante y por un momento me preguntaba si acaso tiempo y espacio no me estarían jugando una mala pasada.
Ya crucé al interior de la escuela, por unas horas tendré que dejar ciertas cotidianidades propias y sumergirme lo más que pueda en este campo. Observo que, pese a que ya estuve allí antes, todo permanece exacto, sin cambios, sin movimientos. La sala con pisos de madera que conecta, (escalera mediante) los pisos de arriba con el patio y con la cocina-comedor, se encuentra vacía. El silencio vuelve a ser protagonista aquí. Ese clima resulta tan calmo, tan envolvente, que por un momento no tengo la necesidad de hablar, ni de pronunciar el más mínimo sonido.
Me encuentro con la directora del lugar, Sandra (a quién ya tuve el agrado de conocer), ella me invita a pasar a una de las aulas en donde se está dictando una clase de lengua oral, y en donde se encuentran chicos de aproximadamente 12 años (minutos más tarde la profesora me corregirá al decirme que son chicos de 14 y 15 años) reunidos en dos grandes grupos. La profesora me aclara, que por estar yo ahí presente, romperá con el lenguaje de señas habitual, y le agregará a esto un poco de habla (para hacerme más amena la clase dirá ella). Me llama la atención la facilidad con la que lleva adelante esta clase, (obviamente que ya está acostumbrada) parece que les diera las indicaciones justas para que los chicos comiencen a interactuar entre ellos. Es una clase de 40 minutos, en donde nadie tiene apuro por irse. Uno de los chicos parece inquietado con mi presencia, y parece preguntarle algo a la profesora (quién para estas alturas dejaré de llamar así, para hacerlo con su nombre de pila, Adriana), el nene no me quita la mirada de encima, pero ahora no ya con recelo o miedo, sino con simpatía, como queriéndome mostrar lo que hacen en su clase, él y sus compañeros. Cuando estoy por retirarme, la profesora les pide que (mediante su lenguaje de señas) me digan algo, que primeramente no logro entender, pero que con la ayuda de Sandra (quién permanece en el aula junto a mi hasta que me vaya) logro comprender que significan sus señas, entonces trato de agradecerles, pero como no sé cómo hacerlo, Sandra me ayuda con sus manos a formar con las mías, ciertos direccionamientos de los dedos, reconozco que para mi es completamente desconocido el mundo de las señas.

Crónica (parte II)

Aguardo varios minutos para poder ingresar a otra clase, en este caso de plástica. El profesor que dicta el curso lo hace de modo voluntario, y me muestra con orgullo los trabajos que realizan con los chicos, y al preguntarle por qué se interesa en el tema y en estos chicos, él me dice que la gente, por lo general, se preocupa por aprender idiomas que le abran las puertas al mundo, y no tanto (ya que no hay demasiados docentes especializados en sordera e hipoacusia, en comparación con la cantidad de gente que padece esto) por aprender este lenguaje de señas que le abre las puertas también hacia un mundo, sólo que más pequeño. Tengo que aguardar ahora otro rato largo para pasar al comedor, en donde, por grupos de 25 chicos (debido a las dimensiones del lugar) ingresan a almorzar. Otro grupo más reducido se sitúa en la puerta de salida, sin formar, pero frente a la puerta. Ellos no cumplen la jornada completa, y aguardan que algún familiar los venga a buscar. Es curioso que no encuentre testimonio de ningún familiar, porque aquellos que se presentan, vienen, tocan timbre, retiran a los chicos y se van, algunos ni siquiera saludan a la auxiliar que los atiende. Como si el tiempo les jugara una carrera mortal. Indago acerca de esto con Sandra, y ella me responde sin palabras, sólo alzando un poco los hombros y haciendo una mueca con sus labios. Luego sí, me explicará que algunos padres (aquellos que no dejan a los chicos todo el día en la escuela) no aceptan del todo que su hijo sufre una discapacidad, y por ello tampoco se los dejan en los dos turnos, porque consideran que para que lleven una vida normal deben cumplir con las horas normales de un turno de escuela (alrededor de 4 ó 5) y luego irse a sus casas. Sandra muestra cierto rasgo de antipatía para con esta postura, porque considera que permanecer en la escuela un largo rato, participar de los talleres, concurrir a las clases educación física, es todo eso lo que les hace tener una vida normal.

Tal como me había comentado Sandra, la escuela tiene ciertos convenios con escuelas de educación media, para que, cuando alguno de los chicos progresa mucho en cuanto a aprendizaje, pase a cumplir media jornada en otra escuela, compartiendo así un ciclo lectivo en ambas escuelas. Las experiencias hasta el momento, han sido positivas, aunque siempre aparece algún caso en donde el chico logra integrarse y adaptarse al ritmo de aprendizaje, pero no en torno a lo social, a sus compañeros. Es frecuente que en un primer momento lleguen a discriminarlo, a no tener para con el chico nada de compañerismo, pero afortunadamente esto es pasajero. No lo es, sin embargo, en el ámbito general de la sociedad en la que vivimos, en donde (refiere Sandra) es común apartar a alguien con discapacidad, o señalarlo con el dedo, (que irónico suena esto, señalando con el dedo a un alguien sordo, le está haciendo una seña que él debe conocer a la perfección, y que también entiende de ese modo).

Crónica (última parte)

Las auxiliares rápidamente levantan los platos y vasos plásticos extendidos a lo largo de dos grandes mesas de madera, y colocan otros limpios, en diez minutos entrará el otro grupo a almorzar. Y finalmente dentro de una hora, el último grupo. La hora de la merienda comprende el mismo sistema de grupos, y cuando sale de aquí el último grupo de chicos, es indicio de que la jornada está por acabar. Pero antes de que esto suceda, me encuentro en el patio interno (y único) de la escuela, en donde la escalera de madera me sigue pareciendo tenebrosa, aunque sepa que no debo tenerle miedo. Desde allí se oyen las conversaciones que tienen las auxiliares en la cocina, que en lugar de ser algo personal, o algún rumor de la farándula, es acerca de los chicos.
Algo así como “hoy no vino tal”… o “no comió casi nada”…. . Me acerco a una de ellas (son cuatro, todas mujeres de más de 45 años) y le pregunto sobre lo que hablaban. Llama mi atención –le digo- que se refieran a los chicos, aún cuando no están en el comedor. Ella me responde que el vínculo que hay con cada chico es muy fuerte. A algunos los conocen de más de 15 años, otros no tanto, pero se encariñan de la misma manera. Ven a estos chicos más horas tal vez de las que ven a sus propios hijos al llegar a sus hogares, porque tres de ellas se quedan aún dos horas más de finalizada la jornada, para ordenar todo para el día siguiente. -Es una linda labor- refiere una de ellas que está más atrás, sentada en una de las mesas grandes. Yo hace más de 20 años que estoy acá, y no dejaría de hacer lo que hago –dice Marta- que se halla parada un poco más adelante. La cosa va más allá de cumplir un horario de trabajo, noto que cada persona siente un compromiso importante y se vincula afectivamente con los chicos, y empiezo a entender que ese afecto también es parte del aprendizaje.

Comienzan los ruidos provenientes de la escalera, de forma lenta (y ordenada) empiezan a salir de sus aulas los chicos, y se dirigen casi como un embudo (así también define Sandra la hora de salida) a la escalera de madera. Ellos no le tienen miedo como yo. Arman varias filas, uno tras otro, con sus guardapolvos blancos y sus grandes mochilas. Algunos todavía no bajan, entonces una auxiliar hace un recorrido por las dos plantas que conforman la escuela para traer así a todos los chicos a la formación que indica el final del día escolar para ellos. Mañana será otro día, quizás parecido al de hoy, pero con algo completamente distinto donde cada paso que elijan dar les marcará un nuevo camino, cada baldosa que pisen es un nuevo camino.

Antes de retirarme, observo que Sandra se acerca caminando hacia mi, siempre tranquila, con su guardapolvo blanco, una sonrisa cómplice y un prendedor distintivo de la escuela que lleva orgullosamente en la solapa de su camisa. Trae en su mano izquierda un papel, me mira, se despide amablemente y me da el papel, no se porqué no lo abriré hasta no estar ya de vuelta hacia mi casa, tal vez por vergüenza o por simple azoramiento. Descubro luego, que es un folleto del lenguaje de señas, de esos que reparten a veces en los trenes quiénes padecen sordera, pidiendo una colaboración. Entendí que mi colaboración era contar esta historia.


Reflexión

Todo el tiempo se nota en juego las nociones de “normalidad” y “no normalidad”, tanto de parte de los padres como mismo de los directivos de la escuela, lo que cambia es su concepto de normalidad, este concepto que difiere para ambos. Por un lado los padres que no los llevan al otro turno de la escuela porque creen que eso no es normal, por otra parte la directora de la escuela que cree todo lo contrario, que sí tienen que ir, porque ir es normal. Se da entonces, un juego dialéctico entre estos conceptos, en lugar de aceptar simplemente que se puede construir un espacio diferente, porque todos somos diferentes. En este caso, los chicos sienten ese juego (de tironeo) que se da, y en cierto punto, y paradójicamente los aturden.

Un dato importante

Existe en esta escuela, y en casi todas las existentes en la provincia, una gran dificultad respecto a los audífonos que utilizan los chicos, dado que más del 70% de los chicos no los utiliza por una cuestión económica, sus familias no pueden acceder a comprar los aparatos. Existen leyes (que no se cumplen) para regularizar esta situación, y obligan a la provisión de estos dispositivos en los casos que sean necesarios. Según especialista, la falta de audífonos puede comprometer el desarrollo cognitivo y afectivo de los chicos. Uno piensa que si los chicos asisten a un establecimiento con estas características, lo mínimo que tienen que tener es el equipamiento, que se les brinden los aparatos necesarios para un mejor aprendizaje.

domingo, 12 de octubre de 2008

Crónica de un compañero (Martín Barni)

“No todo lo que brilla es dorado”

Esta crónica abarca un tema perteneciente a nuestra historia como país, que si bien ha sido abordado en su momento, parece ahora estar un poco olvidado. Esta dualidad que presenta entre lo oficial y lo social es exacta. El ingrediente de la corrupción, el olvido, la marginación y todo eso que de cierto modo nos caracteriza como argentinos, se hacen más que presentes aquí. Un relato que apunta siempre a un mismo destino, que ofrece evidencias previas de lo que va a suceder pocas páginas después, y que muestra este diálogo (ida y vuelta) utilizado eficazmente como herramienta para narrar el hecho.
La malversación de terrenos es lo que lleva como punto o eje central esta crónica, pero no la de cualquier tierra sino la de la correspondiente a los ex combatientes de las islas. Juego de intereses entre los que más tienen, que siempre son los que más quieren tener, en este caso, perjudicando a otros.
Aparece por parte de Martín, cierta compasión por aquel excombatiente, aunque me cuesta distinguir si es compasión o indignación, puede que ambos sentimientos se le mezclen y lo lleven a la conclusión de la crónica, que me parece más que oportuna, ese juego de preguntas y respuestas cortas que marcan el destino final de las cosas, en este caso el de los que no cumplen legalmente con los requisitos para obtener su casa propia, pero a quiénes tampoco (gracias a la corrupción nuestra de cada día, que como marca Martín existe hasta por debajo de la alfombra) se les vendrá a quitar este beneficio, porque pertenecemos al país que ve pero que calla.
Se nota que la posición de Martín como cronista es la de querer saber siempre un poquito más, muy observador, muy detallista y muy pensador, así se refleja en su propia crónica.

Reflexión sobre el género crónica

Particularmente, y luego del trabajo realizado, definiría el término crónica como la capacidad de un individuo de contar de un modo diferente acontecimientos peculiares que rondan en torno a un tema determinado (mediante un par de páginas escritas). Algo así como contar un pedacito de historia, narrarla con muchos detalles y llegando a esos rincones en donde tal vez, el ojo humano no se detiene a observar.
Los distintos cronistas de “La Argentina crónica” dan una aproximación bastante cercana respecto a la noción de crónica, siendo que para el diccionario, significa: relaciones de acontecimientos históricos en que se observa el orden de los tiempos, y cuyo objeto es la simple consignación. En su mayoría coinciden con los fines que posee la crónica misma, y hasta alguno que otro remarca el hecho de que frente a la oportunidad de escribir una buena crónica, no hay límites.
Ulibarri, mediante un modo más estructurado, me deja la sensación de querer explicar (a quién lee) una receta de cocina, en donde el plato principal es justamente la crónica. Ofrece todos los pasos (o ingredientes) que se pueden usar para la realización de una buena y entendible crónica (recursos, modos). Nos marca (y siguiendo en términos de gastronomía para ejemplificarlo) como utilizar el material que tenemos todo por separado, para unirlo luego y obtener una “rica” crónica. Si bien su texto puede resultar por momentos metódico, me parece que da las instrucciones precisas, y los pasos exactos que desembocaran en una óptima crónica.

martes, 7 de octubre de 2008

Diario de escritor

Una de las complicaciones que se me ha ido presentando a lo largo del trabajo de campo realizado para la crónica, (como a muchos debe pasarle) es el hecho de saber exactamente (o por lo menos tener una mayor aproximación) qué cosas van en la crónica, y cuáles puedo descartar. Si bien, en la crónica se busca tener una arista diferente (así como lo planteaba la entrevista) acerca del tema, algo así como una visión particular y desconocida del tema en cuestión, el problema que me surge a mí es si esta arista no la haré demasiado comlpeja, con mucha información, en donde quién la lea por momentos se pierda, o no entienda bien cuál es el tema de la crónica, cuál es el problema que se presenta, y de hecho si tiene un final feliz (por así decirlo) esta crónica. Saliendo un poco de la parte en donde se centra el mayor contenido (de información, de la experiencia personal de haberse situado en un lugar y querer contar algo), surge otra cuestión que me está resultando bastante tediosa, y es el hecho de buscarle un buen cierre a la crónica; si bien el cierre debería ser lo último en lo que debería poner mi preocupación, para mi es de las primeras cosas que debo solucionar, y reflexionar acerca de qué tipo de cierre hacer, si dejarlo "abierto" (por así decirlo), si poner una opinión personal, si dar un mensaje del tipo de "pedido de algo" o simplemente dejar que la experiencia me brinde el mejor final posible.

sábado, 4 de octubre de 2008

Caparrós. El Interior. Misiones

Descripción minuciosa de la provincia de Misiones y su gente. Caparrós busca adentrarse hasta lo más inhóspito de la selva misionera, en búsqueda de la identidad del sitio. Marca la unicidad de las costumbres del lugar, como un tesoro preciado. Parte de ser argentino (dice Caparrós) es tomar mate, casi como un rito que nos identifica.
Se adentra cada vez más en el interior de la provincia. Ya se va notando aquí una temporalidad en el relato, un movimiento constante que ofrece el autor, algo así como un “diario de viajes” o una “hoja de ruta”. Pueblo tras pueblo, va rescatando los perfiles de su gente, y en algunos casos (como Oberá) deja retratado el deseo de lo que pudo haber sido y no fue, algo así como el anhelo perdido del progreso. Misiones para el autor, posee todos los verdes posibles. El diálogo con quiénes se van cruzando en su camino, a veces se torna dificultoso. La lluvia como cortina de este escenario misionero, estará presente unos días, lo que complicará por momentos, el camino de Caparrós. Recorre Apóstoles-San Pedro, Bernardo de Yrigoyen-Andresito, Cataratas (sitio predilecto de muchos turistas que lucen sus caras zapatillas), Puerto Iguazú (en donde se muestran problemáticas sociales, que son de público conocimiento, pero que el autor logra recalcar adecuadamente, como el hecho de que una madre pueda llegar a prostituir a su hija de diez años, o lo ilegal del imaginario que gira en torno a la Triple Frontera); El Dorado-San Ignacio (en donde se narra la historia de Julián Acuña, un niño guaraní al que, los jefes de su tribu, no permitían que la “medicina del blanco” lo tratase), y finalmente Posadas (que se ilustra desde un mito lugareño, el del pompero, hasta la elección sexual de una joven, la cual no decide expresar su amos a los gritos por la calle, porque sabe que el pueblo la señalará y le dará la espalda. A Caparrós le alcanza con aquello que “ve”, que aparece frente a sí, en el tiempo y espacio justos. Para armar su relato, considera que el mejor modo para contar una historia, es no hurgando demasiado en ella. Puesto que esto haría que se vuelva al punto de partida y a lo superficial de las cosas.
Retrato pueblo a pueblo, en donde se confrontan la realidad que allí viven los personajes que aparecen (y los que no), y sus respectivas historias de vida, porque todos tienen algo que contar allí, sólo necesitan encontrar a alguien que los quiera escuchar.

Mi amigo el puma

Se desarrolla en la provincia de Santa Cruz, en donde los protagonistas son los pumas, aunque no sólo ellos se llevan todos los focos de atención, sino que también se hace referencia a otras actividades que se pueden realizar allí en el sur argentino. El comercio y la naturaleza van de la mano aquí, guías y turistas también. No hay negocio si no hay quién ponga el dinero, y… ¿quién mejor que un turista para esto?.
Descripción de las costumbres, los negocios y las aventuras de dos grupos de personas que se hallan separados por una barrera, esencialmente, económica.

Y parirás con dolor...

Relata la historia de Romina Tejerina, una joven jujeña, que tras ser víctima de una violación, intenta abortar; y al no conseguirlo, parió a su hija en el baño de su casa y la apuñaló. Romina hoy está presa, porque la justicia de Jujuy así lo dictaminó. Y, lejos de interesarle lo que la sociedad piense de ella, se preocupa por cuestiones meramente banales de una adolescencia que se esfumó.
Es una crónica intensa, primero por lo horroroso del hecho mismo, y luego porque abarca muchos testimonios, muchas miradas acerca de lo ocurrido, de modo tal, que el lector pueda ir sacando sus propias conclusiones. Un relato que cuenta también con los prejuicios que produce una sociedad y con la justicia, que en algunos casos, tarda en llegar. Las vivencias de la protagonista desde la cárcel, siempre permiten ver a una Romina despreocupada y desinteresada de su alrededor (esto se nota desde el principio de la crónica, hasta sus días en la cárcel). Romina se sigue aferrando, tal vez como su única identidad, a esa adolescente que fue y que nunca quiso abandonar. Cuando la cronista llega a entrevistarla, nos deja la sensación de que está entrevistando a otro personaje involucrado en la historia, pero no a Romina. Ella cuenta lo poco que recuerdan, aunque siempre parece que quisiera desligarse de lo cometido, y buscara atribuírselo a otra persona. Marcada por la mirada acrítica de una sociedad que ya la condenó (porque no sólo lo hizo la justicia), Romina pasa sus días tras las rejas.

Fotografía de Romina Tejerina

El turismo menos pensado (de Julián Gordescher)

Relata la experiencia de un grupo de turistas que no son guiados a visitar lugares típicos de la city porteña, como lo “chic” de Puerto Madero, la famosa calle Florida, o el Jardín Zoológico, sino que visitan lugares en donde la presencia de travestis abarca toda la planilla nocturna del tour. Allí ríen, se divierten, se enojan, se pelean, vuelven a reír, comparten y se interesan por este sector que ya paso a formar parte de la cultura argentina, aunque todavía se siga marginando en muchos aspectos. Una travesía que posee toda clase de momentos, y en dónde se le da mucho lugar a la palabra de los travestis, mostrando lo que piensan, como se ven ellos mismos y cómo son representados. Como cierre del paseo, se ofrece una visita al rosedal de Palermo, en donde se ve una barrera, aunque casi banal, entre esos turistas que viajan en una combi, sin muchas preocupaciones, y esos travestis que se hallan situados en las banquinas, simpáticos, ocurrentes, y siempre con algo para decir.

Fotografía de David Bowie, artista que jugó durante toda su trayectoria con la imagen de trans-género.

Reflexión acerca de las diferencias del periodista y del etnógrafo

El cronista/periodista, generalmente trabaja con voces de otros para elaborar sus entrevistas, sus crónicas. El etnógrafo es un modelo interesante para el acercamiento que hace el periodista para con esos otros, dado que es éste quien se especializa en esa descripción exhaustiva de las costumbres y tradiciones de los pueblos. En la crónica, la descripción es una herramienta fundamental, quizás el etnógrafo se acerca con mayor objetividad al otro, se limita solamente describirlo (mientras que el cronista se mete dentro de la historia que está contando sobre ese otro). El cronista toma la voz del otro, no necesariamente para describir las características de un pueblo, sino que esto es sólo un fin que le permite abordar distintas problemáticas, tal es el caso de la crónica publicada en “La Argentina Crónica", titulada “No tan Buenos Aires”, en donde quién cuenta el hecho, usa las voces o testimonios de los otros, no para hablar sobre ellos en tanto pueblo o costumbres, sino para dejar entrever la problemática de contaminación existente en la zona de Dock Sud.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Operativo repulgue

Mezcla lo cómico, lo histórico y lo emotivo de una celebración llevada a cabo en el corazón de nuestro país, Tucumán, donde cada año se celebra la Fiesta Nacional de la Empanada, y como en todo certamen, está presente la competencia, la envidia, y todos esos sentimientos que envuelven al ser humano cuando se halla es un estado de competencia. Dejando de lado lo cómico, la parodia, o lo que nos pueda causar gracia de eso, el cronista Daniel Riera, quiere hacer un paralelismo con este hecho de la celebración, acerca de aquellos años grises por los que pasamos los argentinos cuando se instaló la Dictadura Militar, y cómo la provincia de Tucumán albergaba un gran número de personas que luego pasarían a ser desaparecidos en época de la dictadura. Es interesante manejar estos dos aspectos, por un lado, lo alegre de una fiesta popular y por el otro un pasado oscuro que no puede, ni debe, borrarse fácilmente.

Los dueños del fin del mundo...

Ese fin del mundo al que refiere el título, es nada más ni nada menos que nuestra patagonia. Los cercas y alambrados que indican que ya no pertenecen a una comunidad, o que son una reserva o patrimonio natural, sino que tienen nombre y apellido, son tierras de fulano. Resulta ser que esos fulanos, obviamente que muy adinerados para poder adquirir nuestras tierras, son gente importante del exterior, algunos vienen de Norteamérica, otros de Europa. Son buenos vecinos, aunque mucho no se los ve merodeando por los centros de las localidades. Son más bien personajes de bajo perfil, que pasan temporadas enteras dentro de sus mega-chacras, invitando a sus amigos a comer esos famosos asados argentinos, practicando diversos deportes, también acuáticos, porque no hay que olvidar que no sólo son dueños de tierras sino que también ( aunque no de un modo específico) lo son de los lagos, arroyo, o cualquier otro tipo de río que se sitúe dentro de los límites de su propiedad. Se podría decirse, como solía decirse cuando los inmigrantes llegaban en barco a nuestro país hace unos largos años atrás, que éstos hombres vienen a “hacerse la América”, aunque esto podría reducirse y ser cambiado por“hacerse (o comprarse) la Argentina”. Las débiles políticas argentinas acerca de la protección de espacios y patrimonios naturales (bosques o reservas), como no debería sorprendernos, tienen escasos impedimentos para que un señor tal que quiera comprarse mil hectáreas en una zona específica y, poniendo el dinero correspondiente, no pueda hacerlo.

No tan Buenos Aires

Parece ser el título de un tango. Pero no. Es el retrato de un sitio de la ciudad de Buenos Aires, Dock Sud, el cual refleja que lo que allí se respira no es un aire bueno, sino todo lo contrario. Trata una problemática social, ambiental, generacional (si tenemos en cuenta que las familias que allí viven son ya de varias generaciones), utiliza este cronista, los testimonios, las versiones e historias contadas por sus propios protagonistas (quiénes mejor que ellos para mostrarnos la realidad en la que viven). También juega con lo temporal, refiriéndose a un pasado y dejando la inquietud plantada de qué pasará en un futuro si eso no tiene solución. Es también un pedido,(así lo leo yo)para que las autoridades a cargo, tomen cartas en el asunto y piensen en las familias que allí viven, en los daños irreparables que ya sufrieron y lo que seguirán padeciendo, de no hallarse un camino de salida posible. Las empresas no se hacen cargo. El gobierno no se hace cargo. Mientras tanto, las familias padecen. Imagen de Dock Sud

La política en los boxes (por Esteban Schmidt)

Política, políticos, lugares de ocio, de ostentación, todo ello reunido en esta crónica que muestra la desvirtuación de nuestra querida política argentina. Acuden a los mejores restaurantes, se hospedan en los hoteles más lujosos, y son los encargados de velar por nuestra seguridad, nuestros intereses, etc. Se nombran personajes como Kirchner, Ruckauf, Scioli, entre otros. es interesante notar que es una crónica publicada en la revista Playboy , revista en la cual, sus fieles lectores piensan encontrar imágenes subiditas de tono, y demás... y un día se encuentran con esta crónica. Algo de relación habrá no¿? Entre esta crónica, el lugar donde es publicada, los lectores que pueden llegar a ella...
Imagen de Puerto Madero

Crónica: A Caballo de la Fe (por Hernán Brienza)

Crónica acerca de la travesía que lleva a cabo el cronista en la provincia de San Juan, en peregrinación hacia el santuario de la Difunta Correa. Éste relato, juega mucho con lo temporal, es decir, lo que el autor resume tal vez en un renglón, en realidad son doce horas de cabalgata, camino al santuario. Es una crónica que provoca sed y cansancio al leerla, puesto que el lector se pone en la piel del cronista, y hasta toma estas sensaciones que obviamente él ha sentido. Es también un relato cuya prueba más evidente es la propia fe. Gente que se acerca, año tras año a venerar la figura de ésta mujer, a pedirle algún milagro, a agradecerle los milagros concedidos, algún político que aprovecha la multitud reunida para hacerse propaganda así mismo. La cuestión es que allí están todos, empujados por la fe o por el interés, pero allí están. Al terminar la celebración de la Difunta, y luego de varios días cabalgando y acampando con gente desconocida, pero casi siempre muy amable, el cronista entiende, de un modo u otro, el porqué de la devoción por ella.

REFLEXIONES SOBRE EL GÉNERO (por Amar Sánchez)

-(Fragmentos del texto de Amar Sánchez que luego se incluirán en la reflexión final y personal del género).

“El género (de no-ficción) se juega en el cruce de dos posibilidades: la de mostrarse como una ficción, puesto que los hechos ocurrieron y el lector lo sabe y , por otra parte, la imposibilidad de mostrarse como un espejo fiel de esos hechos. Lo real no es describible “tal cual es” porque el lenguaje es otra realidad e impone sus leyes: de algún modo recorta, organiza y ficcionaliza.”

“Cuando se piensa en géneros se piensa en límites: históricos en primer lugar, porque los géneros no son eternos, surgen, se desarrollan y desaparecen o se transforman, su condición es esencialmente histórica y social.”

“El género es una de las alternativas formales que la narrativa de los últimos treinta años ofrece como salida frente al relato realista; esta perspectiva es la que exploró Rodolfo Walsh en la Argentina a partir de Operación Masacre.”

“El género no ficcional propone una escritura que excluye lo ficticio y trabaja con material documental sin ser realista.”

“(...) Desde la perspectiva del género de no-ficción, señala el vínculo esencial que mantienen en él verdad y sujeto. La verdad es la verdad de los sujetos, los que participan como testigos, los que dan sus testimonios, los “personajes” de los hechos, pero también, y especialmente, los sujetos de enunciación, son los que definen la condición de relatos de los textos.”

“La peculiar fusión entre narrador textual y autor real arrastra una notable incidencia de “lo personal”: su voz, su perspectiva (aún en los casos en que sólo organiza testimonios de otros) implican siempre una politización del relato.”

sábado, 27 de septiembre de 2008

Detrás del espejo

El espejo, siempre unido a lo maravilloso y lo mágico, es una imagen perfecta que separa el mundo interior del exterior, el mondo consciente del inconsciente: duplica la realidad, invirtiéndola. De este modo todo sucede al revés, como en un sueño, que es -en el fondo- también la vida.
Lewis Carroll.

















Ilustración de John Tenniel "Merienda de locos".

viernes, 26 de septiembre de 2008

A la espera de una crónica

Mientras armo el planeamiento de mi crónica, surgen una serie de cuestiones, como por ejemplo:
-Qué tipo de información poner, puesto que cuando uno tiene mucha información, mucho material, cuesta seleccionar, porque parece (o por lo menos a mi) que si dejo algo fuera, me va a quedar incompleta, o no se va a poder leer todo el trabajo que hay detrás, o que se yo... en mi caso ya con la entrevista tuve que recortar bastante para llegar al límite acordado de 5 ó 6 carillas, y creo que en este momento de la crónica, me va a pasar lo mismo, cosa que lamento porque verdaderamente tengo mucho para mostrar en la crónica.
-La utilización de alguna imagen, dado que sería de mucha ayuda un material visual, porque además de contar algo de modo escrito, quedaría más claro también, poner alguna foto.

Crónica de un paseo anunciado

Una Hora y media me separa nada más, del teatro Sarmiento, sitio ubicado al lado del jardín zoológico porteño. Junto con dos compañeros, partimos desde un punto dispuestos a presenciar una obra teatral, de la cual mucha información no tenemos. Tomamos el colectivo 159 porque estamos medio justos con el tiempo, subimos al subte línea D (el de color verde), y bajamos en estación: Plaza Italia.

Bordeamos, como ya habíamos predicho, el zoo, y observamos desde la vereda las plantas y arboledas que dan contra el débil alambrado que nos separa del oscuro predio. Por momentos, comento, tengo la sensación de estar dentro de la película Jurassic Park, y que en unos segundos, esos arbustos comenzaran a moverse como indicándome que hay algo detrás de ellos. Así funciona en parte, la imaginación. Atravesamos ya la parte de terror, y llegamos al complejo teatral, allí nos espera otro grupo de compañeros.

Entrada en mano, ingresamos a la sala. Ese será el primer encuentro con los protagonistas de la obra. Hay una mesa con autitos de juguete, cajitas de fósforos, un sifón de soda, un mazo de naipes (que los actores usarán mientras las personas se terminan de ubicar en la sala) El que más llama mi atención es un hombre ya entrado en años, vestido de traje, que minutos más tarde se presentará como Guido Valentinis. Guido es asesor en seguridad vial en el Automóvil Club Argentino (ACA), y nos muestra a lo largo de toda la obra su postura como tal, será también quién describa las causas de un auto chocado que se mostrará por un proyector que se sitúa frente a mí, pero de espalda a los actores, minutos más adelante. También está en escena Carlos, él tiene una historia peculiar para contar, acerca de cuando (un tiempo atrás) se dedicaba a la fabricación de material (gruesos) que luego se utilizaba para fabricar fósforos, durante siete años de su vida, para relatarnos esto, Carlos tiene fósforos a mano, enciende uno de ellos a modo de explicación para nosotros, mientras saca un cálculo mental y oigo que como resultado dice 960.000 fósforos, ese es el promedio que se fabricó durante los años que él se dedico a eso. Mientras, en la sala, se puede percibir el olor al fósforo quemado que yace en el piso, y su respectiva combustión. Es Carlos quién recuerda a su vez, un accidente que sufrió automovilístico, un incendio en realidad de su propio auto, el cual resolvió de modo práctico: lo extinguió con un sifón de soda (toma un sifón de la mesa y actúa el hecho).

La última de las protagonistas es una mujer, Lily Segismondi, quién orgullosamente admite ser la única persona dentro de la escuela de manejo, que no sabe conducir. Lily está vestida con una pollera negra y roja, con cortes irregulares y una remera negra (muy elegante), con un rostro que no termino de comprender si la muestra contenta o está melancólica, cuenta una anécdota propia, que le sucedió cuando trabajaba en una parte del ACA de atención al cliente o reclamos, bien no recuerdo, lo que si recuerdo es que la mayoría de los presentes larga una carcajada o alguna sonrisa cómplice cuando termina de contarla. Los tres personajes tienen algo para decir, los tres nos cuentan algo, los tres se respetan sus tiempos e interactúan con mucha camaradería entre ellos.

El reloj de pared, ubicado al lado del proyector, marca ya las 21:40 hs., los actores (porque para mi serán actores hasta lo último, aunque luego me entere que no es tan así la cosa) arman una mesa de pic-nic en el escenario, toman unos vasos y un sifón de soda (que se hallaba en la mesa grande descripta anteriormente), se ponen a charlar, como grandes amigos, acerca de las personalidades que han visitado la escuela en algún momento, o que han ido a renovar sus registros, ect., entre los que nombran me quedan algunos: Roberto Pettinato, Mario Mactas, Karina Mazzoco y Cecilia Roth (entre otros). Esta es la parte de la obra quizás, que encuentro más improvisada por parte de ellos. Acto seguido, en el proyector de fondo (el cual obra como un cuarto actor dentro de la obra) se ven imágenes de cómo funciona un simulador de manejo. Lily, con este paisaje detrás, comienza a bailar incomprensiblemente (por momentos me recuerda a las bailarinas de los programas de cumbia de televisión), Carlos empieza a cantar una canción en italiano, de la cual algo llego a entender, luego se prende un cigarrillo con la misma caja de fósforos que tenía al principio. Luego, nuestro amigo ya, el proyector, mostrará imágenes de éstos personajes en Warnes, buscando trajes de automovilismo para la obra, a modo también de excursión. Finalmente, Carlos explica que esos trajes eran los atuendos que tenían pensado usar, pero que por H o por B, no los eligieron. Nos muestran aquí un souvenir que se trajeron de allí: un cubre-volantes terapéutico, que promete menos stress para quién conduce, y el cual mediante masajes hacia la mano, provoca reacciones beneficiosas en otras partes del cuerpo. Lily se lo lleva porque afirma que a ella le sirve.

Carlos, nos lee una carta que su mujer le escribió cuando supo que iba a comenzar en el teatro, finaliza con una lágrima suya. Mientras tanto Guido y Lily oyen atentamente sentados en la mesa de pic-nic verde. En el proyector comienzan a verse una serie de imágenes de vialidad, y los tres protagonistas comienzan de modo coordinado una rutina de baile. Luego piden la participación del público para bailar.

Fin de la obra. Somos invitados a compartir una picada rutera en una sala adjunta a la que estamos. Nos dirigimos hacia allí, y nos encontramos con una mesa con mortadela, tortillas (de acelga y papa), milanesa cortada en cuadraditos, cremonas, gaseosa y cerveza. Permanecemos unos minutos allí, comiendo y hablando con los actores.

La obra trata de una problemática aparentemente banal, y muestra los vaivenes de los protagonistas que juegan todo el tiempo con el pasado y lo vivido en ese pasado, y el destino que tuvieron. Juega mucho con lo que pudo haber sido y no fue, todo desde una mirada de traji-comedia. Me parece que no era necesario que el anclaje de la obra fuese en una escuela de manejo, se podría haber abordado desde otro escenario, el cual le diese un hilo más conductor a la obra, una herramienta para que el espectador comprenda la totalidad de la obra, de la historia que se cuenta, de los personajes, etc.

En el viaje de vuelta hallé más distracción y distensión de la que tuve viendo la obra, fue un viaje en subte más que desopilante y un feliz retorno al hogar.