sábado, 29 de noviembre de 2008

Tema: el epígrafe

Antes de comenzar a redactar mi ensayo, opto por encontrar un epígrafe acorde con él. Es increíble como ha adquirido identidad propia mi ensayo, que ya cuando uso un pronombre uso ÉL.
La cuestión del epígrafe, me ha llevado a sumergirme más en la lectura (más de lo que ya venía sumergiéndome, y eso que ya era mucho) y en tratar de encontrar en unas simples palabras, algo que resuma mi ensayo, ya sea lo que tendrá como contenido o lo que sea. Pienso que debo colocar dicho epígrafe una vez que haya finalizado con el ensayo, porque tal vez de otro modo, me condicione con lo que vaya a escribir, pero (y pese a eso) hay algo que me dice que debo colocarlo antes, no importa de donde lo saque, pero debe ser lo primero que mi mano debe trazar en la hoja del ensayo.
Leo y leo. Sólo necesito unas pocas palabras, cinco tal vez seis, tal vez cuatro. Sólo sé que las necesito. Debo contar con ellas como fieles amigas y aliadas. ¡Qué locura! ¡Estoy hablando de encontrar palabras amigas!, creo que como dice Flusser, el ensayo se está convirtiendo de a poco en algo que se torna central en mi vida, y no como algo cotidiano, sino como algo actual y necesario.
Los vencedores cuentan la historia, y los vencidos la escriben, es un fragmento de Ricardo Piglia publicado en un artículo titulado “Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)”. Creo que eso resume a Walsh, sujeto elegido por mí para el ensayo. Siento un poco de alivio ya con estas palabras dentro del “paquete” (o mac combo) del ensayo. Siento que es un paso más hacia delante. Si sigo a éste ritmo, calculo ir bien con los tiempos para la realización del trabajo.

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