sábado, 4 de octubre de 2008

Caparrós. El Interior. Misiones

Descripción minuciosa de la provincia de Misiones y su gente. Caparrós busca adentrarse hasta lo más inhóspito de la selva misionera, en búsqueda de la identidad del sitio. Marca la unicidad de las costumbres del lugar, como un tesoro preciado. Parte de ser argentino (dice Caparrós) es tomar mate, casi como un rito que nos identifica.
Se adentra cada vez más en el interior de la provincia. Ya se va notando aquí una temporalidad en el relato, un movimiento constante que ofrece el autor, algo así como un “diario de viajes” o una “hoja de ruta”. Pueblo tras pueblo, va rescatando los perfiles de su gente, y en algunos casos (como Oberá) deja retratado el deseo de lo que pudo haber sido y no fue, algo así como el anhelo perdido del progreso. Misiones para el autor, posee todos los verdes posibles. El diálogo con quiénes se van cruzando en su camino, a veces se torna dificultoso. La lluvia como cortina de este escenario misionero, estará presente unos días, lo que complicará por momentos, el camino de Caparrós. Recorre Apóstoles-San Pedro, Bernardo de Yrigoyen-Andresito, Cataratas (sitio predilecto de muchos turistas que lucen sus caras zapatillas), Puerto Iguazú (en donde se muestran problemáticas sociales, que son de público conocimiento, pero que el autor logra recalcar adecuadamente, como el hecho de que una madre pueda llegar a prostituir a su hija de diez años, o lo ilegal del imaginario que gira en torno a la Triple Frontera); El Dorado-San Ignacio (en donde se narra la historia de Julián Acuña, un niño guaraní al que, los jefes de su tribu, no permitían que la “medicina del blanco” lo tratase), y finalmente Posadas (que se ilustra desde un mito lugareño, el del pompero, hasta la elección sexual de una joven, la cual no decide expresar su amos a los gritos por la calle, porque sabe que el pueblo la señalará y le dará la espalda. A Caparrós le alcanza con aquello que “ve”, que aparece frente a sí, en el tiempo y espacio justos. Para armar su relato, considera que el mejor modo para contar una historia, es no hurgando demasiado en ella. Puesto que esto haría que se vuelva al punto de partida y a lo superficial de las cosas.
Retrato pueblo a pueblo, en donde se confrontan la realidad que allí viven los personajes que aparecen (y los que no), y sus respectivas historias de vida, porque todos tienen algo que contar allí, sólo necesitan encontrar a alguien que los quiera escuchar.

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