martes, 14 de octubre de 2008

Cuando las manos atadas equivalen al silencio

Tienen entre 2 y 18 años. Padecen de sordera (imposibilidad de percibir ruidos exteriores) e hipoacusia (disminución de la agudeza auditiva). Pasan jornadas de ocho horas diarias dentro del establecimiento de Educación Especial nº 505 de Quilmes. Allí, un grupo de docentes trabaja junto a ellos para lograr que puedan expresarse, y fundamentalmente que logren comunicarse. Retratos de esta pequeña comunidad aturdida por ruidos que trascienden lo auditivo.

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