Me convence llamar “entrevista” a una serie de preguntas que se le hace a un otro (o a unos otros) acerca de un tema específico relacionado con la persona misma (ya sea su labor, alguna experiencia personal, etc.). La entrevista permite mostrar la cosmovisión que tiene un individuo acerca del tema que se le pregunte, en algunos casos la entrevista puede ser reflexiva (estaría bueno que así sea), puede otras veces dejarnos pensando en lo que leímos, y hasta puede provocar ganas de interesarnos en profundidad en el tema. Además, una entrevista me permite el juego de relaciones de lo público y lo privado, tal como cuenta Arfuch, aparte de interactuar con ese otro que tengo delante, y de querer indagar quizás es aspectos en donde todavía nadie indagó.
La búsqueda de estrategias para entrevistar debe ser continua y renovarse muy a menudo,para que la entrevista parezca frente al lector y frente al entrevistador lo más real y ordenada posible, digo también al entrevistador, porque éste aquí tiene el poder de manipular de un modo u otro, intencionalmente o no, los contenidos que le ofrece la entrevista en sí misma, para también obtener los mejores resultados posibles, con esto no quiero decir que si yo hago una entrevista y a mi no me gusta lo que el otro me dice como contenido, yo como entrevistador tengo que modificarla toda para que al lector le llegue lo más clara y bonita posible, eso no. Distingo entonces entre la malversación de información para volcar en la entrevista, de los sucesos que quién escribe tiene el poder de inventar, y también de las transformaciones que hay que hacerle al texto (recortes, quitar ciertas palabras o latiguillos) para el propio bien del lector. A eso se refiere el texto de Ulibarri, cuando nos da algunos puntos claves para el desarrollo de una buena entrevista, que va desde el trato que hay que tener con el otro (modo de cortesía) hasta la formulación clara de preguntas.
Galeano
Hace 13 años
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